jueves, 4 de septiembre de 2014

De las vacas gordas y las vacas flacas. De mi china vida (34)

2008
- ¿Te has dado cuenta de que tus historias han ido cambiando conforme avanzaba el día? - me preguntó la china

- Supongo que conforme van pasando los años voy recordando muchas más cosas y las historias se vuelven más personales - le contesté.

- Es posible - me dijo ella.

- ¿Ya no te gustan? - le pregunté.

- Sí, si a mi me gusta todo. Era sólo una observación. - me dijo entre risas. - ¿Qué tal el 2008?

- Bueno, yo siempre he creído en las épocas de las vacas gordas y las vacas flacas, ¿sabes?

- Siete años de prosperidad seguidos de siete años de sequía, ¿no?

- Correcto.

- En china existe también un proverbio para eso, pero tampoco lo recuerdo. ¿Y qué tiene eso que ver con el 2008?

- Creo que ese año fue la cúspide de las vacas gordas. 

- Bueno, es un ciclo económico mundial.

- No, no me refiero al ciclo mundial. Y no es un ciclo, es una estafa. Me refiero al personal.

- ¿Todo te ha ido mal desde entonces?

- No, mal no, pero ha sido muy diferente. A veces cuesta abajo, con puntos en lo más alto, pero nada que ver con los 7 años anteriores. Un ciclo que acabará en 2015.

- Muchas esperanza le pones tú al 2015.

- Toda la del mundo, te lo aseguro. Si las vacas flacas se alargan habrá que hacer algo drástico.

- ¿Y cuál fue el punto álgido de 2008?

- Me casé.

La china soltó una carcajada.

- Entonces ¿Desde que te casaste todo ha ido mal? ¿Te casaste y la cagaste? - dijo la china riéndose bien fuerte.

- ¿Y que a todo le quieres dar la vuelta? - le dije yo -. Es que nunca entiendes nada. No, china, no tiene nada que ver. Sólo digo que el 2008 fue el punto de inflexión. No tiene nada que ver con la boda. Mi boda fue una boda gitana. Empezó a las 11 de la mañana y no acabó hasta las 3 de la madrugada. Fue y será la mejor boda que ha existido jamás. Doscientos invitados. Allí no sobraba nadie, nadie estaba invitado por cortesía. ¿Sabes esas bodas que tienes que invitar al primo segundo lejano de tu padre? Pues aquí no. Aquí todos eran amigos nuestros y familiares directos.

- Eso es bien.

- De la boda hay mil anécdotas que contar y siempre que nos juntamos con amigos que estuvieron la recuerdan muy especialmente. Y el alcohol tuvo algo que ver. - dije yo riéndome.

- ¿Y eso?

- Para empezar sirvieron un sorbete de frutas en el aperitivo y tanto niños como mayores lo bebían alegremente por el calor que hacía en pleno mes de agosto. 

- ¿Y? - preguntó ella sin entender.

- Nada, que el sorbete llevaba alcohol, pero parecía que nadie se daba cuenta. Así que en el banquete ya había muchas risas. En la comida habíamos cambiado el vino que suelen poner en las mesas por Lambrusco. Y ya te puedes imaginar lo alegremente que entra el Lambrusco. Así que al finalizar el banquete ya íbamos todos un poco piripi. Con que te diga que la barra libre se acabó.

- Atajo de borrachos.

- Bueno, es que la media de edad era bastante baja y ya se sabe. Luego continuamos en otro local donde mis amigos nos volvieron a casar, la barra libre seguía y la merienda-cena-resopón no se acababa.

- ¿Y acabasteis a las tres de la mañana?

- Yo hubiera seguido aún más, pero nuestros amigos nos habían regalado una noche de hotel y no era cuestión de desaprovecharla.

- ¡Cuanto vicio!

- No lo sabes tú bien. Salimos del hotel y al día siguiente nos íbamos de viaje de novios. Las mejores vacaciones que he tenido jamás. Eso sí que son vacaciones. Totalmente aislados del mundo exterior. Los dos solos y disfrutando a tope de las 24 horas de cada día. Nunca he vuelto a disfrutar tanto de unas vacaciones. 

- Y entonces, ¿por qué piensas que acababa un ciclo?

- Es una sensación, pero no tiene nada que ver con el matrimonio, te lo aseguro. Nunca encontraré a nadie con el que pueda tener la complicidad que tengo con mi marido. Nunca.

- ¿Y entonces?

- Las sensaciones no son racionales. Son y punto.

- Bueno, al menos tienes la esperanza de que todo va a cambiar y que las vacas gordas están a la vuelta de la esquina.

- Sí, pero para eso hay que llevar primero al matadero a las flacas.

- ¿Tienes un buen cuchillo?

- Nunca me tembló la mano.

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